Escribir acerca de la violencia doméstica no es fácil, y menos si parte de esa violencia incluye abuso sexual. Considero que por muchas terapias y tratamientos que uno reciba, el trauma no se supera jamás. Siempre está ahí, como una sombra. Además, tenemos a todos los medios de comunicación recordándonos a cada instante esos maltratos y abusos que, en mi caso, ya forman parte de mi pasado, pero que en el caso de muchas otras personas forman parte de su situación actual. Lastimosamente, pertenecemos a una sociedad que, si bien es cierto tiene ciudadanos ejemplares, también es cierto que una gran mayoría no lo son tanto. Con este libro no pretendo aconsejar a nadie. No es mi intención decirles qué deben hacer ante tal o cual situación. Lo que sí les recomiendo es que no se queden callados; denuncien a sus agresores y busquen ayuda profesional. Si un abusador lee este libro, quiero que sepa que las secuelas de su abuso van a alcanzar a más de una generación. Si es un abusado quien lee mi historia, lo invito a romper ese círculo de violencia; está en sus manos hacerlo.